A través de estos artículos podremos ver de cerca las perspectivas de la Educación Inclusiva y la Convivencia Intercultura. Iniciamos con el punto de vista del Autor Fidel Molina.
Partiendo de una doble base
teórica, entre la subjetividad y la objetividad, Dubet y Martucelli (1996:
523-526) presentan una matriz que clasifica las teorías de la socialización en
cuatro grandes líneas que abarcan el campo de debate sociológico sobre la
socialización (Molina, 2002):
1) Una perspectiva caracterizada
por un tipo de socialización ligada a la interiorización y que tiene como
mecanismo de integración preponderante, la integración social (basada en el
establecimiento de un orden y de una regularidad del sistema con acuerdos
culturales y normativos). En esta perspectiva, el actor y el sistema son dos
caras de una misma moneda y la socialización permite captar al individuo a
través del vínculo entre estas dos dimensiones. En este sentido, la escuela,
por ejemplo, es concebida como una institución –un aparato- que es capaz de
transformar los valores en normas, las normas en disposiciones y las
disposiciones en personalidades individuales.
2)Un segundo tipo de
socialización entendida como interiorización, pero que tiene como mecanismo la
integración sistémica, ya que se piensa que la integración social se realiza
por mecanismos impersonales (y no tiene un papel central para ello la
socialización; la sociedad es concebida en la integración sistémica como el
resultado de una agregación, más o menos aleatoria, de diferentes acciones
individuales). Las teorías que se encuentran dentro de esta perspectiva son las
de inspiración marxista y estructuralista, en las que el tema de la
socialización no ocupa un lugar central, ya que se da mayor importancia a los
elementos impersonales y estructurales que son los que definen los mecanismos
de orden social, señalando que las estructuras son relativamente independientes
de la voluntad de los actores.
3)El tercer tipo vincula el
distanciamiento con la integración social, y ponen de relieve la individuación,
agregándose a una representación postmoderna de la socialización, aunque
manteniendo dicha concepción social de la integración. De alguna manera, este
modelo es lo que ha acercado a Habermas –según estos autores- a una visión
crítica de la modernidad y entendiendo las esferas diferenciadas de la sociedad
como derivación de las fuentes normativas en el mundo vivido. También las
aportaciones de Giddens pueden enmarcarse en esta tercera vía, en la que la
socialización tiene un papel clave en la teoría de la estructuración,
recordando el carácter contingente de las interacciones, de las competencias de
los actores sociales y la reproducción de los sistemas sociales a través del
tiempo y del espacio.
4)El cuarto grupo de teorías de
la socialización surge del entramado resultante de un tipo de socialización de
distanciamiento y de un mecanismo de integración sistémico. Se insiste en la
separación radical de la subjetividad de los actores y de los grandes
principios de integración societaria y se pone como ejemplo la teoría general
de sistemas de Luhmann. En este sentido, el sujeto pierde toda consistencia
real y deviene el producto del principio funcional de reducción de la
complejidad, verdadera guía de los sistemas sociales (como comentan estos
sociólogos, cada subsistema social, regido por un programa identitario cerrado,
se adapta a las perturbaciones que vienen del exterior y que no modifican en
nada el programa inicial). Según Luhmann, la complejidad de la sociedad moderna
obliga a renunciar al estudio de la vida social a partir de los sujetos
individuales y centrarlo alrededor de los subsistemas, como verdaderos actores
(el sujeto, así, es fragmentado y definido por su distancia a los sistemas
sociales).